domingo, 8 de abril de 2012

Capitulo 32: Lo siento.

Salí de aquella casa dejando la puerta detrás mio. Iba en busca de Pablo, a hablar con él a arreglar lo que quizás no había pasado. Pero su madre tenia razón, Pablo no estaría enfadado tan solo estaría triste por que sabía que todo lo que habíamos hablado era real y él aunque quisiera no podía hacer nada. Su fama no le permitía hacer todo lo que quería, no le permitía hacer todo lo que antes hacia. Realmente era una pena pero yo aunque le hubiera dicho todo aquello nunca me iba a separar de su lado, aunque para ir con él tuviera que ir de incógnito. Me daba igual, me daba todo igual solo importaba que estuviera con él.
A cada paso que daba mi corazón iba aumentando los latidos, me acercaba a Pablo pero él aun se mantenía con la cabeza agachada mirando hacia el suelo. No se daba cuenta de que yo poco a poco me iba acercando a él. Hasta que llegué delante suyo, acaricié su pelo con dulzura y él levantó la cabeza poco a poco. Antes no le había visto así, sus ojos estaban inundados de lagrimas y me dolía verle así. No pude tener el valor de decirle nada, no me salían las palabras, no quería hacerle herir mas. No quería estropear mas esto con mis palabras, pero no sabía como reaccionar. Simplemente nos miramos, dejamos que nuestros ojos hablaran y finalmente nos abrazamos. No podía dejar de abrazarle y mientra lo hacíamos no dejaba de llorar. Pablo tampoco, lo notaba. Me aleje unos centímetros de Pablo tanto solo para mirarle a los ojos.. y dije:

-Pablo.. -Él se acercó a mi y me cayó con un beso. Nos besamos. Volvía a sentir ese cosquilleo en mi cuerpo que solo él me hacía sentir, ese raro sentimiento que solo tenía a su lado. Volví a abrazarle con mi máxima fuerza y esta vez si que pude hablar.
-Lo siento, Pablo. No quería verte así por nada del mundo, lo siento. -Y empecé a llorar otra vez-
-Tranquila, princesa. No pasa nada, de verdad. No me he enfadado contigo, me he enfadado conmigo y con mi vida. Amo la música y es lo que mas me ha ayudado en la vida, pero odio esa parte de fama que te hace esconderte en cada esquina de tu propia ciudad...
-Si... pero siento esas palabras que te dije antes. Quizás no debería de habértelo dicho.
-De verdad, que no pasa nada. Es mejor así, es mejor haberlo hablado aunque yo me haya puesto así.
-Esta bien, Te quiero. Por nada del mundo me voy a separar de tu lado.
-Ni voy a dejar que lo hagas.

Después de aquello ya había entendido lo que le había ocurrido a Pablo, Ester tenía razón... una madre siempre conoce muy bien a su hijo, sabe lo que le pasa en cada minuto de su vida, y gracias a ella había entendido lo que le pasaba a Pablo y había tenido el valor de acercarme a él a hablar.
Vi como su madre nos miraba a través de la ventana por la cual yo hacia unos minutos miraba a Pablo, estaba esbozando una sonrisa y a la vez nos llamaba para que entráramos dentro.

-Creo que mi madre quiere que entremos, vamos? -Dijo ya entre sonrisas.
-Y tanto... además, hemos echo algo para ti!
-Algo para mi? Las dos?
-Si, mientras tu estabas por aquí yo estaba con tu madre haciendo algo, distrayéndome un poco...
-Me parece bien! Pues vamos, quiero ver eso!!
-Vamos, vamos!

Me cogió de la mano y aceleró el paso hasta entrar en casa y llegar a la cocina, nada mas llegar allí Pablo tan solo olió. No hizo falta decirle nada mas... su olfato supo decirle que le habíamos echo.

-aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa bizcocho de chocolate. -Pablo se volvió loco y nos abrazó a las dos a la vez. Su madre y yo nos empezamos a reír. Este chico estaba loco, definitivamente si.

Después de aquello, de reírnos durante un rato por aquel arranque de amor de Pablo estuvimos comiendo algún trozo cada uno, Salva también bajo en cuanto lo olió. Aunque por poco Pablo no se lo deja ni probar.

-Por cierto y mi hermana se ha ido? Por que no se escucha a la chiquitina. -dijo Pablo.
-Si, si se han ido hace rato ya...
-Y sin despedirse ni nada?
-Entraron en vuestra habitación pero vieron que estabais dormidos y no han querido despertaros.
-Bueno no pasa nada.
-Mañana por la mañana vuelven. Que Lucia dice que quiere desayunar aquí con el tito y la tita.
-Tita? Se refería a mi? -interrumpí.
-Y tanto a quien si no? -Me contestó su madre.
-Que encanto es la peque.
-Ves, ya te la has ganado. -Me dijo Pablo- Eso sera que no eres tan mala. -se empezó a reír.
-Perdona? Yo soy muuuuuuuuuuuuuuuy buena!
-Es broma, amor.

Entre trozo de bizcocho, risas, charlas... no nos dimos cuenta que ya se hizo de noche, que eran ya casi las nueve de la noche.

-Uy! Que tarde es! Tengo que hacer la cena. -Dijo Ester.
-Si casi son las nueve, madre mia! como se pasa el tiempo a vuestro lado. -Dije.
-ah! mierda! -noté como Pablo justo se acordó de algo- a nosotros no nos hagas cena, mama.
-Y eso?¿ -Dijimos su madre y yo a la vez.
-Tu y yo vamos a cenar a un restaurante. -Me dijo Pablo.
-Que romántico que es mi hermano. -Dijo Salva, burlándose.
-Tu cállate. -le dijo a Salva- Va cariño vamos a arriba a cambiarnos que mi reserva esta a las diez.
-Vale, vamos.

Nos cambiamos de ropa. Yo no sabía que ponerme, la verdad. Pablo ya estaba vestido. Optó por unos pantalones tejanos negros, su camisa negra, sus botas grises y descolgó su americana gris. Estaba guapísimo, me encantaba, iba igual que en aquellas fotos que le hicieron en la playa. No podía dejar de mirarle, yo seguía en ropa interior, él me miró y se acercó a mi...

No hay comentarios:

Publicar un comentario