jueves, 12 de abril de 2012

Capitulo 35: Aquella Piscina.


Bajamos juntos. Al llegar al comedor allí estaban todos sentados, aunque aún faltaba la hermana de Pablo. Estaría al llegar. Me senté y Pablo lo hizo a mi lado. En aquella mesa había de todo lo posible que te pudieras imaginar. De tan solo mirar ya estaba empachada. Vi como Pablo miraba toda aquella comida, con ansias de desayunar ya.

-Eres un glotón!
-Yo? Que dices... Que bah!
-No, para nada! Solo se te salen los ojos al ver tanta comida jajajaja
-No me hace gracia. -Se giró para que yo no pudiera verle la cara, pero sabía que se estaba riendo. Así que cogí, puse mi mano en su barbilla y le obligue a mirarme. Al girar la cara hacia mi, vi como se empezaba a aguantar la risa hasta que no pudo mas y explotó. Al final entre tanta tontería acabamos riéndonos todos los que eramos en la mesa.
En aquel momento sonó la puerta y Pablo fue corriendo a abrir. De lejos pude ver como Lucía se echaba a los brazos de Pablo y él ya empezaba a hacer tonterías con ella. Era adorable. Adoraba esos momentos de Pablo con su sobrina. Volvía a su niñez.
Su hermana y Pedro entraron al comedor, saludaron a todos y se sentaron. Pablo y Lucía llegaron por detrás. Pablo volvió a sentarse al lado mio y Lucía vino corriendo hacía a mi a abrazarme. Me dio un beso, y pude sentir esa energía que solo tenemos de pequeños, esa magia, alegría que contagiamos por donde pisamos. No podía esconder que adoraba a aquella niña.
En cuanto estuvimos todos sentados comenzamos a desayunar. Yo, la verdad que no comí mucho. Bebí un poco de zumo de naranja que había echo la madre de Pablo y me comí alguna que otra tostada. Nada mas. En cambio vi como Pablo comía mucho mas que yo. Acabamos de desayunar y nos quedamos todos hablando en la mesa durante un rato. Hasta que Lucía reclamó a Pablo para que fuera al jardín a jugar con ella. Lucía no paraba de tirar del brazo de Pablo, así que él le hizo caso. Pero antes de que se levantara cogió mi mano mientras decía: "Ven tu también, cariño". Le sonreí y cogí su mano.
Fuimos los dos juntos con Lucía hacía el jardín. Ante aquella pelea que habíamos tenido el día anterior aún no había podido disfrutar plenamente del jardín y no me lo había acabado de enseñar. Era precioso, la verdad que su madre cuidaba muy bien todas aquellas plantas. Cuidaba cada detalle. Aquellos pequeños arboles. También tenían un árbol bastante grande, y se notaba que viejo, con un columpio donde Lucía fue corriendo. Yo, me quedé alrededor del jardín observando cada detalle. Me encantaba ver todo aquello. Una preciosa piscina. Mientras Pablo estaba con Lucía en el columpio me acerqué hacía la piscina. Tenía algo diferente, tenía una forma diferente. En cuanto me acerqué pude ver como aquella piscina tenia forma de piano. Si, si lo que leéis. De piano. Aquella casa no dejaba de sorprenderme. Era en forma de piano de cola. La "cola" representaba que era el sitio donde estaba el agua y las teclas estaban dibujadas a un lado en el suelo. También rodeaba a aquella piscina una raya de color negro. Aquella piscina no era muy grande la verdad, pero era increíble y especial aquella forma. Me quedé sorprendida. Me senté en las teclas del piano, me quité los zapatos y metí los pies en la piscina. Pasó bastante rato, pero ni siquiera me di cuenta del tiempo. Ante aquel asombro no me di cuenta de nada.
Sentí como alguien acariciaba mi espalda. Me giré, era Pablo. Allí de pie estaba.

-Lucia? Donde esta?
-Ya se ha ido para adentro.
-Lo siento, me he quedado embobada aquí... y no os he echo caso.
-No pasa nada, amor. Te gusta la piscina?
-Si! Me encanta, Pablo. De verdad, me he quedado bastante sorprendida.
-Mira... mi padre que tiene ideas... y las crea. Y aquí esta una de ellas. La verdad que es bastante bonita la piscina. Para mi es muy especial. Lo hizo por mi esta piscina.
-Hace mucho?
-Si, la verdad que ya hace años que está esta piscina aquí. Igual que aquel columpio donde estaba con Lucía.
-Me lo he imaginado la verdad. Pues me encanta todo. Está cuidado al mínimo detalle.
-La verdad que no me puedo quejar de todo esto. Es como un mini paraíso. Y ahora que estas tu aquí lo es mas.
-Esto es un paraíso. Vosotros hacéis que lo sea. Vuestra magia...

Pablo se sentó conmigo en el suelo, a mi lado. Hizo lo mismo que yo, se quitó los zapatos y metió los pies en la piscina.

-Quieres un chapuzon cariño? -Me dijo Pablo con una sonrisa picarona.
-Ni se te ocurra, Pablo. Ni se te pase por la cabeza. -Aunque si, ya se le había pasado por la cabeza aquella idea.
-Que pasa? No voy a hacer nada. -Decía riendo.
-Venga va! Que no te conozco, no?
-La verdad que si, un poco...

Pablo, esperó mi momento de despiste y lo hizo. Me cogió fuertemente por la cintura y me tiró hacía el agua. Lo sabía, sabía que iba a hacerlo. Así que no pude hacer nada mas que reírme. Pablo y yo nos miramos y nos abrazamos. Aquello que habíamos echo era una locura, estábamos con la ropa en el agua, pero mi sensación era de plena alegría. Aquello me había echo sentir mejor. Cogí a Pablo de la cara, acariciándosela y quise besarle... pero antes de que lo hiciera Pablo se sumergió en el agua. Yo lo hice también y de esa manera le besé bajo el agua.

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