lunes, 16 de abril de 2012

Capitulo 38: Diferentes destinos

Se fundía el día tan rápido como una vela. Otra vez volvían esos sentimientos de asfixia al no tenerle, otra vez volvían las lagrimas de su ausencia. El tener que resignarme a echarle de menos. La paciencia de esperar volver a vernos. La nostalgia de todo lo que habíamos vivido. El amor que nadie me había dado con tanta intensidad. El sueño que realizaba de su mano. La alegría que me proporcionaba. La vida que me daba. Las sonrisas que me contagiaba. Los besos, sus besos dulces. Su dulzura. Todo, todo él no iba a estar cerca de mi para hacerme reír entre mis llantos.
Pero debía entender que la música era su sueño, que debía irse y no decepcionar a cada persona que le seguía día tras día. Que seguía sus pasos, que se emocionaba en cada melodía... Yo entendía precisamente esa emoción. Esas lagrimas al verle salir al escenario, escuchar sus primeras notas de la mano de su guitarra. Verle desde lejos o desde cerca pero sentir como su corazón latía en unisono con cada uno de los nuestros. Ver como se emocionaba al oírnos cantar todas sus canciones. Ese sentimiento era inigualable. Si realmente pertenecías a esa familia Alborán sabias de lo que hablabas, nada podía proporcionarte nada similar a eso.

Pasamos aquella comida juntos, compartiendo las ultimas sonrisas juntos, los últimos minutos juntos, ya que esa misma tarde los dos partíamos hacia diferentes destinos.

-Pablo... -Dije rompiendo un poco aquel momento de felicidad-
-Que, amor?
-A que hora son los vuelos?
Pablo bajo un poco la cabeza, su rostro cambió pero me contestó.
-Los dos son a las 18.00, así que en cuanto acabemos de comer tenemos que ir a prepararlo todo y al aeropuerto sin perder mas tiempo. No quería romper este momento de felicidad.
-Perdona... y yo lo he hecho...
-No pasa nada... no podíamos estar todo el día así debíamos... hablarlo en algún momento.
-Lo se... pero...
-Pero nada, que no pasa nada, cariño... -acarició mi mano, aquellas manos tan duras pero a la vez tiernas, sus caricias...-
-Entonces debemos irnos ya Pablo. Es tarde y tenemos que prepararlo todo.
-Si, tienes razón, vamos.

Cogimos el coche y fuimos hacía su casa, al llegar allí estaban todos. Su hermana, Pedro, Lucia, Salva, Salvador y Ester. Esperaban a que llegáramos para despedirse de los dos. Pero antes de ello subimos los dos hacía la habitación de Pablo a poner todo en las maletas. Aun que Pablo me dijo que alguna cosa la podía dejar en su casa para la próxima vez y no tener que traer las cosas cada vez. Decidí dejar alguna que otra camiseta que no me ponía muy a menudo, algún pantalón y un pijama. Pablo y yo hicimos las maletas bastante rápido. Yo entré al baño pare retocarme mi pelo y algo el maquillaje. En cuanto salí del baño vi como Pablo salia con mis cosas de la habitación, le cogí mi chaqueta y mi maleta y los dos bajamos hacía el comedor. Allí estaban todos sentados en el sofá, estuvimos poco rato, debíamos darnos prisa por que llegábamos tarde. Aun que no nos hacía nada perder aquellos aviones, no debíamos. Sobretodo Pablo.
Así que charlamos un rato con su familia, Pablo estuvo jugando con su sobrina. Yo estuve un buen rato hablando con su hermana, seguía diciendo que era encantadora. Que su sonrisa, igual que la de Pablo y la de toda aquella familia, se contagiaba. Decidimos despedirnos definitivamente de todo e irnos. Aquel día nos llevo Salvador en el coche hasta el aeropuerto ya que tenía un rato libre. Llegamos en cuestión de 20 minutos a la puerta. Nos despedimos también de Salvador en la puerta y besó en la mejilla diciéndome: "Espero volver a verte pronto, las puertas de casa están abiertas para ti".
Y lo haría, volvería pronto por Málaga. Eso estaba segurisimo. Volvería a aquel paraíso, lo iba a echar demasiado de menos como para no volver.
Embarcamos las maletas cada uno por su lado. Cogimos los billetes y nuestro equipaje de mano dispuestos a pasar por el control de seguridad. Colocamos todo en las bandejas. Y sin ningún problemas seguimos hacía adelante. Pablo se colocó sus gafas de sol y me cogió fuertemente de la mano.
Nuestras puertas de embarque estaban al lado la una de la otra, por suerte. Podríamos estar hasta los últimos minutos juntos.
Nada nos entristecía mas que aquel momento, el estar los dos sentados en aquellas sillas dentro del aeropuerto... cerca de esas puertas que nos iban a separar durante días. Juntos pero cada vez mas lejanos el uno del otro. El pensar que volvía a dormir sola en aquella cama vacía sin su presencia me hacía sentirme desolada. Pero tenía que ser fuerte por él. A la vuelta todo sería mejor. Volveríamos a estar juntos, esto no sería una despedida para siempre. Aun que lo pareciera.
Pablo no dejaba de acariciar mi pelo, de darme pequeños besos por la frente, de acariciar mi mejilla...
Todo aquello que hacía estremecerme y que me pusiera los pelos punta. Le miré a los ojos y no pude contenerme a juntar mis labios con los suyos. Pensando que eran los últimos instantes que le besaría, aquel beso duró mas que nunca. No podía separar mis labios de los suyos.
Pero llegó la hora, como siempre esa odiosa voz de megafonía... "El vuelo con dirección a Barcelona despegara en 10 minutos, por favor acérquense a la puerta de embarque. Gracias".
De repente nos miramos y por nuestras mejillas cayeron aquellas lagrimas de sentimientos...

-Debes irte... -Me dijo Pablo-




[Nota para lectores: Capitulo escrito entre lagrimas...]

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